No huyas del mundo

El cierlo se cernió sobre él, devorándolo, atrapándolo. Él. Tan pequeño, tan solitario. No le quedaba nada. Lo había perdido absolutamente todo. El miedo se introdujo en su cuerpo. No quería estar solo. No quería ver pasar los días, morir con la única compañía del silencio. Las lágrimas atravesaron su rostro, como un río ardiente. Nunca hay tiempo suficiente para decir todos los te quieros del mundo. Él no lo había conseguido. Una vida no es tiempo suficiente para decirle a esa persona que su sonrisa es tu cielo, que es tu aire, tu droga. Y necesitas esa dosis; dosis de  su amor, de sus labios. Él no le había dicho que la amaba tanto como el día a la noche, como el magnetismo que provoca que la Tierra siga moviéndose. Ella era la fuerza, la que movía su pequeño corazón. No le entregó la carta que le decía que le encantaba observarla dormir y resguardar el sueño de su ángel. Nunca podrá decírselo. Sentía su corazón agarrotarse y notó como un vacío comenzaba a penetrar en su interior. Sí, amor, contifo se me fueron las ganas de estar aquí. No quiero un mundo donde tú no estés.
No podía dejar de sentir su presencia, su perfume y su habitación aún guardaba sus risas y deseos. Todo le recordaba a ella. Había dejado una huella tan grande en su mundo que no se podía borrar tan fácilmente. Y allí estaba. Cara a cara con la muerte. Dispuesto a saltar al vacío. Sonrió temoroso. ¿Se pasaría la vida como una película? ¿Dolerá? ¿Cómo será la muerte? ¿Se reencontrará con ella?  Suspiró, cerró los ojos y escuchó el gentío de la gente. El tráfico, los niños... Una vida menos, ¿qué más daba? Dejó de pensar, sino comenzaría a dudar.
-No lo hagas-dijo una voz tras su espalda. Era ella.
Salió del bordillo para observarla mejor. Sí, era ella...
-Amor, no hagas tonterías... Toma mi mano.
Alzó su brazo tembloroso. ¿Su mente le había jugado una mala pasada? Si no, ¿qué estaba ocurriendo aquí? Ella se la cogió y le guardó un beso en sus labios.
-Estaré viva siempre que me guardes un trocito aquí dentro-señaló su corazón-. Pero ahora vive, hazle disfrutar a ese corazón, por los dos. Hazlo latir con fuerza. Siente la vida porque ahora no te das cuenta, pero es el regalo más grande que puedes recibir.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado! Gran narración!