autobús esperanza


Despertó algo en ella. No supo exactamente qué era, pero le fascinaba. Era lunes y el Sol, jugando al escondite, se ocultaba tras las espesas nubes. El cielo de gris ceniza avisaba que pronto la lluvia caería sobre la ciudad. Presintió que iba a ser un mal día, como todos. Estaba cansada de todo y de todos, el frío invierno habría helado su corazón. Y en ese momento, lo vio.
La miró Tenía unos ojos preciosos. Una selva virgen paralizó sus pensamientos, dio luz por un instante a su vida. Contenían un mundo en su interior y se sentía arropada en su mirada, como si la estuviera abrazando y susurrándola al oído palabras de apoyo. Los problemas la abandonaron, las letras de las canciones volaron; se esfumó. Se abandonó a él.
El misterioso joven sonrió y se sentó a su lado. Estaba nerviosa, nunca había sentido nada igual desde… desde hace mucho tiempo. Tenía unas ganas inmensas de hablar con él, conocer cada rincón de su alama; pero no sabía ni cómo empezar. ¿Buenos días?, ¿qué hora es? Quizás así…, o no mejor así. El tiempo no esperó a que se decidiera, el autobús paró en la siguiente parada y el muchacho bajó. Adiós a todas las esperanzas de empezar de nuevo. En aquella estación dejó las pocas ilusiones que quedaban y subieron las amargas lágrimas.

1 comentarios:

Khamair dijo...

Si es que muchas veces dejamos pasar grandes oportunidades de nuestra vida por no tener un poquito más de valor.

Un beso :))