Oscuridad salvaje

Caía la noche. Caía el oscuro manto sobre la ciudad, adormeciéndola. La oscuridad escondía los pecados y aparecía el lado más salvaje del ser humano, las ganas de libertad, de olvidar. La noche se traga los malos recuerdos y los cubre en su manto. La noche, el día para unos y el sueño para otros. Hugo la observa y se abraza a la luna mientras acaba el tequila. Hoy se ha vestido con sus mejores galas. Llevaba su camisa de la suerte y un brillo en la mirada. Va a por todas. Busca una locura, un efímero contacto sin repercusiones ni notas de futuro. Busca olvidar el mar de sus ojos, sus  curvas, quiere perder el control de sus pensamientos. Y no pierde la esperanza de verla.  Hugo analiza el ambiente. Hay muchas chicas guapas, no sabe cual escoger. ¿Cuál de ellas la sacará de su mente? Probablemente ninguna. Sin embargo, su cuerpo se acerca a una de ellas. Tiene un brillo magnético. Se miran insinuantemente al compás de una música que no escuchan. Más tarde, se empapan de noche y se convierten en sombras, apenas perceptibles por una luna menguante.

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